Las personas mayores se encuentran dentro del grupo de población de mayor riesgo de sufrir depresión.
Los dos factores determinantes son: la soledad y la enfermedad.
La jubilación es una etapa esperada por muchos y el ver que no se cumplen las condiciones para ello se convierte en una gran fuente de frustración.
La soledad es uno de los grandes males de las sociedades avanzadas del siglo XXI. El ritmo de vida y el individualismo creciente hace que las personas se sientan más solas en general. Pero esto hace mayor mella en las personas mayores, ya que en muchas ocasiones no encontramos el tiempo necesario para dedicarles. Es importante en este caso que no se vuelvan dependientes y que les ayudemos, si no son capaces por sí solos, a encontrar su espacio y nuevos motivos de diversión y distracción.
La enfermedad es un mal más complicado, también motivo de depresión y de desgana vital. El mayor en esta situación puede pensar que su vida no tiene sentido si la calidad de vida en esa etapa no es suficiente como para disfrutarla. Siente que es dependiente y se siente un estorbo. Es muy importante que reciban el cariño necesario para que entiendan que lo que hacemos por ellos no es una obligación ni una imposición, sino porque los queremos. En estos casos la comunicación y el lenguaje verbal tanto no verbal cariñoso cuando nos dirigimos a ellos son herramientas fundamentales para asegurarnos una salud mental y emocional.
En ambos casos, tanto si no disponemos de tiempo suficiente como si los cuidados necesarios nos desbordan, no debemos dudar en contar con ayuda profesional. Actualmente existen muchos centros geriátricos en Barcelona donde se ofrecen servicios permanentes de estancia del mayor, pero que también funcionan como centro de día o que ofrecen ayuda domiciliaria. Infórmate bien y no sientas ningún remordimiento al aceptar ayuda. Os sentiréis más relajados y podréis aprovechar mejor el tiempo que disfrutáis juntos.