Nuestros mayores son cada vez más activos y uno de los deportes que menos riesgo supone para sus articulaciones y que más beneficios les reporta es la práctica de la natación. Desde hace ya unos años proliferan los ancianos o las personas recién jubiladas que se animan a nadar para mantenerse activos. Además, normalmente cuentan con facilidades económicas, ya que casi todas las instalaciones municipales ofrecen descuentos a los mayores de 65 o a los pensionistas.
Una de las frases tópicas que suele decirse sobre la natación es que se trata de un deporte completo. Y esto es cierto, apenas implica riesgos de sufrir lesiones y aporta grandes beneficios. Además, está indicada para cualquier persona, ya que en esta actividad tampoco influye el peso del cuerpo, debido a que se contrarresta con la fuerza de flotación una vez metido dentro del agua. Es por ello que los médicos recomiendan la práctica de la natación a un sinfín de pacientes. Lo que sí es conveniente es que cuando el médico nos diga que la natación puede ayudarnos en nuestras dolencias o mejorar nuestra forma física le preguntemos cuáles son los ejercicios más adecuados dentro del agua o la modalidad de nado que debemos escoger para fortalecer aquella parte que nos ponemos como objetivo o para evitar que se produzca una lesión indeseada.
Los beneficios de la natación, especialmente para nuestros mayores, son muy grandes. Para aquellos, por ejemplo, que tienen dolores o inflamación, la práctica de la natación les ayuda a combatirlos. Esto se debe a que con la musculatura distendida las articulaciones se descomprimen y se relajan. También la circulación sanguínea se beneficia de la postura que adoptamos en el agua, favoreciendo el riego. Además, el esfuerzo requerido es pequeño y la frecuencia cardiaca tiende a reducirse. Es por esto que aunque decidamos nadar durante un mayor tiempo que pudiésemos dedicar a la práctica de otra disciplina deportiva, el cansancio no se notará tanto, ya que la intensidad del trabajo es menor y aumenta la resistencia.
En personas mayores que tengan algún problema de estabilidad o debilidad a la hora de estar de pie, es bueno que utilicen zapatillas para acceder a la piscina. Además de prevenir posibles contagios de hongos, evitarán los tan temidos resbalones. Otra opción en caso de entender incómodo este calzado es usar calcetines de látex. Además, estos últimos cuentan con la ventaja de que no es necesario quitárselos para poder nadar. Es bueno también no olvidarse de que los cambios de temperatura afectan al cuerpo, por lo que es aconsejable taparnos con una toalla o un albornoz durante los tránsitos de la piscina al vestuario.
Lo recomendado es que nademos al menos dos días a la semana. Los médicos suelen indicar que el periodo mínimo para esta práctica ha de ser de 30 minutos. Mientras que si deseamos quemar grasas debemos permanecer por encima de los 40. Para aquellos mayores que no sepan nadar y les cueste ponerse manos a la obra a su edad, otra opción puede ser la realización de ejercicios sencillos de piernas y brazos mientras están parados y bajo la supervisión de alguien que pueda prestarles auxilio en caso de dificultad.