Una vez que las personas crecemos y conseguimos ser independientes, nos comenzamos a plantear cuestiones como la de constituir nuestra propia familia. Esta es una decisión que no resulta sencilla y que puede suscitar muchas dudas entre nosotros. Y la verdad es que no es para menos a causa de la importancia que conlleva.
Todas aquellas personas que tienen pareja ya tienen en cierta parte una familia propia, diferente a la que constituyen sus padres, madres, hermanas o hermanos. Es con esa pareja con la que comenzaremos a planear el futuro en forma de boda, casa o hijos. O lo que es lo mismo, la conformación de una nueva vida, una vida en la que pongamos la felicidad por encima de todo.
Cierto es que a todos nos da un poco de vergüenza que, sobre todo al principio, nuestra pareja nos vea sin ropa o en ropa interior. Es un momento que tiene toda la magia del mundo pero que, para personas con ciertos complejos o temores, resulta muy incómodo. ¿Cómo combatir esto? Ir poco a poco y con ropa con la que nos sintamos con la máxima seguridad y comodidad es más que suficiente.
La que hoy es mi mujer, a la que conozco desde hace tres años, sufría cada vez que tenía que desvestirse durante nuestros momentos más íntimos. La daba una vergüenza horrible que yo viera sus sujetadores y sus bragas y a menudo eso estropeaba los momentos en los que nos profesábamos ese amor tan intenso que se tiene cuando se conoce a la persona de tus sueños.
Un buen día descubrí que todo eso desapareció. Por aquel entonces todavía no nos habíamos casado y ella se mostró mucho más segura, convencida y enérgica a la hora de mostrarme su cuerpo. Era como si alguien la hubiese hechizado para que perdiera los miedos que le coartaban.
De inmediato comprendí qué era lo que estaba sucediendo. Observé que el tipo de sujetador y de bragas que portaba tenía un diseño muy diferente al que solía portar de manera habitual. Este era de colores más vivos, mucho más fino y, sobre todo, mucho más sensual. Me parecía increíble aquel cambio, que convertía a la mujer de mis sueños en alguien todavía más atractivo y especial además de en una persona más abierta y confiada de sus posibilidades.
Lencería Paqui, la base de un cambio tan radical
Intrigado, le pregunté cómo había dado ese vuelco. Ella me comentó que, durante los días anteriores, había hablado con Marta, una de sus mejores amigas, y le había confesado todos esos prejuicios que le provocaban su desnudez y el sexo. Al parecer, Marta le había convencido de que, con una ropa interior más actual y sensual, perdería todo aquello que la hiciera una persona extremadamente tímida. Después de algunos vanos intentos, la convenció de que acudiera a Lencería Paqui, un lugar en el que conseguir la mejor ropa interior de la ciudad.
Yo, anonadado, pensé que le debía, como mínimo, un café a Marta. Desde luego, nos había ayudado a resolver un problema que, aunque no ponía en peligro el amor entre mi mujer y yo, sí que hacía un poco más difícil o fría nuestra relación. Desde entonces, la verdad es que nuestros momentos de intimidad han cambiado por completo. Ya no hay rastro de esa chica con tantos prejuicios que yo había conocido. Ahora, si cabía, era una persona mucho más completa. Yo, claro, estaba el doble de enamorado.
Experiencias como estas han posibilitado que la confianza que depositamos uno en el otro haya crecido de manera exponencial. Y esto, a su vez, nos ha permitido constituirnos como familia y como dos personas que se aman y se respetan. Ahora somos mucho más felices que cuando nos conocimos y no me cabe duda de que en cuanto agrandemos este núcleo familiar, cosa que ya tenemos pensada, lo seremos mucho más.