Siempre había sido la única en la familia que quería tener perro, llevaba años intentando convencer a mis padres para que tuviéramos uno, pero no había manera. Sin duda, los argumentos en contra tenían más peso que los argumentos a favor.
Una vez que empecé a vivir por mi cuenta por fin pude tener perro, pero seguía pensando que a mis padres y hermano pequeño les vendría muy bien tener uno. Hasta pensé varias veces en regalarles uno, pero está claro que es una decisión muy personal y no me atrevía a hacerlo sin su consentimiento.
Empecé a tomármelo más en serio, al ver que mi hermano pequeño tenía un enorme problema de adicción a los videojuegos. A penas hacía otra cosa que estar delante del ordenador jugando. Había repetido varios cursos y sus niveles de adicción a los juegos aumentaban con el tiempo.
Mis padres estaban muy preocupados, lo habían intentado todo, pero no había manera de sacar a mi hermano pequeño de casa. Había engordado mucho porque apenas hacía otra cosa que estar sentado jugando en el ordenador.
Entonces, un buen día, por pura curiosidad vi el cortometraje “The Present”, un corto de animación galardonado en diferentes concursos de animación dirigido por Jacob Frey, que mostraba cómo un perro puede cambiar la vida de un niño.
Este cortometraje de animación confirmaba mi intuición de que un perro podría ayudar mucho a mi hermano a solucionar ese problema de adicción a los videojuegos.
Beneficios de tener un perro
El corto me dio mucho en qué pensar, así que decidí reunir, junto con el corto, algunas afirmaciones respaldadas por diferentes estudios científicos y encuestas para enseñarles a mis padres los enormes beneficios de tener un perro, e intentar así cambiaban de opinión. Al menos, tenía que intentarlo porque estaba convencida de que esa podía ser la solución.
Según los estudios, las personas con perros son más felices, al parecer tener mascota puede ayudar a sus dueños de salir de un episodio depresivo, ya que asumir el cuidado de un perro requiere de cierta disciplina y rutina, con lo que fomenta una vida más activa.
Además, el amor recibido por un perro también puede ayudar a las personas a mantenerse más positivas, ya que, entre otras cosas, aumenta la cantidad de oxitocina, que es una de las sustancias que hace que tu cerebro se sienta bien.
Los estudios también apuntan a que las personas que tienen perros hacen más ejercicio y tienen una vida social más activa.
Un estudio de Inglaterra, encontró la correlación entre las personalidades de la gente y sus tipos de perros, así afirma que las personas con perros más pequeños son más inteligentes y que las personas con perros son más extrovertidas y amistosas que las personas con gatos.
Estaba claro que todo apuntaba a que tener un perro como nuevo miembro de la familia solo podía traer un montón de beneficios.
Una vez que había reunido una gran cantidad de datos que respaldaban mi teoría, les enseñé las pruebas exhaustivamente documentadas a mis padres y terminaron por decidirse al fin, aunque para mi sorpresa lo que terminó de convencerles fue ver el corto.
Si bien, aunque les costó un poco tomar la decisión, ya que vivíamos en un piso en Barcelona, al comprobar todos los beneficios que traía tener un perro, y ser conscientes del enorme problema que tenían con mi hermano pequeño, pensaron en darle una oportunidad a esta opción.
Les convencí de que lo mejor era que adoptaran un cachorro. Yo sabía lo mucho que podía ayudar pero en perrosterapeuticos.es me confirmaron que en el 85% de los casos los eneficios que ibtiene el niño con incontables. Además teníamos la suerte de que una amiga estaba dando en adopción una camada de cachorros de pastor alemán muy monos.
Mis padres le pusieron de nombre Balú, y se lo dejaron a mi hermano pequeño en su habitación a ver qué pasaba. Mis padres no daban crédito de lo que empezó a ocurrir, mi hermano salía de su habitación para jugar con Balú. Una enorme sonrisa se dibujó en los rostros de mis padres.
¡Lo habíamos conseguido!
Necesitaban bastantes cosas para Balú una camita, una correa, un trasportín y algunos juguetes, así que le compré de todo para que Balú se sintiera como un rey, y mis padres dejaron a mi hermano pequeño a cargo de todo lo que Balú necesitaba.
El cambio que experimentó mi hermano fue tan espectacular, que varios padres con el mismo problema con sus hijos no dudaron en tomar la misma solución. Pasaron, de apenas salir nunca de casa, a hacer vida al aire libre la mayor parte del día. Mi hermano salía con Balú, le empezó a gustar darle grandes paseos por el parque que estaba al lado de casa y jugar con él, así fue conociendo a más niños que también sacaban a pasear a sus perros.
La actitud de mi hermano cambió por completo, estaba más contento, empezó a socializar más y la disciplina de sacar a su mascota todos los días le vino muy bien para empezar a cumplir con muchos otros objetivos. Hasta consiguió por fin aprobar todas las asignaturas del cole.
El cambio fue tan sorprendente que mis padres no daban crédito y se preguntaban cómo no se les había ocurrido antes.
Balú había llegado a sus vidas para llenarlas de alegría y amor, y a cambio solo quería que jugaran con él a la pelota. Mi hermano había empezado a llevarlo a la playa con mi padre al atardecer, se le veía realmente contento. Además, mi padre y mi hermano casi nunca habían hecho cosas juntos hasta ese momento.
Desde luego, si los estudios que había visto ya lo confirmaban, la experiencia de mi hermano era toda una afirmación de que tener un perro en la familia era más que positivo.