Llevaba años levantándome o con dolor de mandíbula, o de oído, o de cabeza, y a veces también de espalda… El hecho es que no descansaba, y por ello me tiraba todo el santo día de mal humor, refunfuñando y pagándolo con los míos. Estaba, por decirlo de una manera, francamente insoportable. Iba a ver a mi médico de cabecera, y éste me mandaba pastillas o lo que fuera, pero al poco tiempo me volvía la temible y dura serenata: dolores constantes y difusos. ¡Era una auténtica pesadilla! Hasta que por fin un día, tras sufrir una molestia muy grande al morder y al masticar un bocadillo, acudí a mi médico y éste me aconsejó ir a ver a un dentista y ello es lo que hice. Me fui, pues, a la Clínica Dental COOLDENT – del Dr. Álvaro Colomer, un gabinete de dentistas ubicado en Algeciras, especializado en el tratamiento de cualquier tipo de problemas que afecten a la salud y a la estética de los dientes y encías. Conocía de vista a esta clínica porque pasaba todos los días delante para ir a trabajar y la verdad es que gozaba de muy buena reputación en la zona. Pues, son ya muchos los años que llevan los doctores y demás profesionales del gabinete en cuestión cuidando a cientos de pacientes en sus modernas instalaciones instaladas en el Centro Comercial Plaza Europa (Local 42B) de Algeciras.
Quizás padezcas de bruxismo…
“Quizá padezcas de bruxismo…”, fue lo primero que me dijo el dentista del gabinete cuando me vio y constató el pésimo estado de mi esmalte y tras haberme preguntado si rechinaba de los dientes o no, le contesté que no lo sabía pero que sí era verdad que al despertar me sentía siempre tenso y no sabía el porqué de ello. Fue entonces cuando me dijo el doctor que él lo intuía tras haber examinado la superficie oclusal así como los bordes incisales de mi mandíbula. Además, como le estuve enumerando las numerosas molestias a las que estaba sometido día tras día: dolores faciales, de oído, de cabeza, sensibilidad en la mandíbula, disminución de la capacidad de abrir y cerrar la boca, fatiga muscular, etc., ya no tuvo la menor duda. Sufría bruxismo y teníamos que intervenir rápidamente para no agravar todavía más el problema.
En verdad, yo nunca me había percatado de que apretaba y rechinaba los dientes. De hecho, parece ser que la gran mayoría de las personas no son conscientes de ello, eso se produce tanto durante el día como durante la noche, aunque el bruxismo relacionado con el sueño a menudo es el mayor problema, ya que es más difícil de controlar. Hay que saber que al ejercer cierta presión sobre los músculos, tejidos y otras estructuras alrededor de la mandíbula, ello afecta la articulación temporomandibular, lo que puede ocasionar una hipertrofia de los músculos maseteros y una inversión de las cúspides. Al no presentar síntomas en algunos pacientes, son muchas personas las que desconocen que tienen bruxismo. En regla general, el diagnóstico cae durante una sencilla revisión dental, casi como me pasó a mí. En otras ocasiones el diagnóstico se produce cuando una persona del entorno se percata de que al dormir la persona afectada rechina de los dientes.
Pues bien, después de todo ello, el dentista de la Clínica Dental COOLDENT – del Dr. Álvaro Colomer, me informó que las terapias que se aplicaban para tratar el bruxismo estaban orientadas para reducir el dolor, prevenir el desgaste de las piezas dentales y los daños permanentes en la mandíbula, así como la disminución del rechinamiento de los dientes. Ello se conseguía aplicando protectores dentales y férulas mientras el paciente dormía. Ese método era de gran ayuda para prevenir los daños en los dientes y los posibles problemas en la articulación temporomandibular.
También añadió que era aconsejable evitar los alimentos duros y los dulces, realizar ejercicios de relajación que ayudaran a reducir el estrés, aplicar hielo o paños calientes en el área dolorida, dormir las horas recomendadas, beber mucha agua y por último realizar una ortodoncia para la alineación de los dientes. En último recurso sería la cirugía, pero eso estaba sólo indicado para los casos muy graves. En fin, tras esa visita y otras cuantas, empecé a dormir con una férula de descarga hecha a medida puesta y debo reconocer que ya no me duele ni la mandíbula, ni la cabeza, ni los oídos, y para mí ¡es mucho! Ahora cuando me despierto, me levanto relajado y descansado y eso es de agradecer.