Últimamente se ha puesto muy de moda eso de hacerle un reportaje al bebé o al niño como si fueran algodones de azúcar. Lo digo en serio, no se puede ser más cursi y más horteras. A las niñas las visten como pompones de fresa, les ponen lazos enormes o flores más grandes que ellas mismas e incluso he visto a peques con enormes volantes cual flamenca en la Feria de Abril de Sevilla. Y a los niños me los visten de príncipes azules a los que sólo les falta el carruaje o el caballo cual cordel blanco alado. Lo digo en serio, ¿es que estamos ciegos o qué?
Cuando era niña y mi madre me vestía con lazos y flores no tenía otra porque era la moda del momento pero ¿me vais a decir que la moda actual es vestir a las niñas de bailarinas con 8 mese, ponerles un pompón en la cabeza y hacerles fotografías que disciernen muchísimo de la vida real?
Un buen fotógrafo puede sacar esa ternura del rostro infantil sin necesidad de tanta parafernalia. Luís Oliva es un fotógrafo alicantino que hace maravillas con los niños. Muy lejos de “maquear” la imagen añadiendo plumitas y mariconadas varia, lo que reflejan sus fotografías es la pureza, la inocencia y el carácter del bebé. Si le has puesto a tu hija de un año una diadema en la cabeza y no se siente a gusto con ella es muy posible que en alguna foto de Luis Oliva aparezca peleándose con ella intentando quitársela mientras ríe por las caras que le está poniendo su padre tras la cámara y el resultado de todo ello es una foto enternecedora, graciosa, donde la niña no deja de ser quien es y donde su risa y su mirada son una ventana abierta a su verdadera personalidad porque eso de que los bebé son tienen personalidad es una mentira tan grande como el conocimiento del que la dice.
Más realidad y menos photoshop
Gracias a Dios, cada día hay más fotógrafos que se niegan al uso de photoshop. Esto en los adultos, sobre todo en los famosos, se traduce en mostrarse más o menos tal y como son, sin arreglos ni retoques, y en el mundo de la fotografía infantil significa decirle adiós a los rayos de luz espontáneos, a las burbujitas cayendo y a los angelitos flotantes, por lo cual doy gracias.
También hay una tendencia, cada vez más arraigada, en empeñarnos en hacer las fotografías lo antes posible. Empezamos con el embarazo, cuando aún no han salido del vientre materno y, por tanto, las fotos son a la tripita de la mamá y luego, aún no pueden abrir prácticamente los ojos, y la les han llevado a una sesión de fotos aun estudio fotográfico. Son las llamas sesiones newborn. Se suelen realizar en los 10 o 15 primeros días desde que nace el bebé lo cual me parece una auténtica barbaridad. En esos momentos, el bebé debe estar en casa, recibiendo el calor de mamá y papá, no adoptando poses extrañas con vestidos raros sobre decorados más perversos aún que la ropa y las poses.
Esta sesiones pueden durar entre tres y cinco horas, dependiendo de lo mucho o poco que se mueva el bebé y de los que tarde, por tanto, el fotógrafo en hacer su trabajo. Y digo yo… ¿cinco horas el bebé de 15 días posando frente al objetivo de la cámara? ¡Pues ni que fuera la Chabelita! Y los padres y los fotógrafos lo arreglan diciendo que es importante crear un ambiente donde el bebé esté comodísimo. ¿Sabéis donde estará muy cómodo? En casa, en su cuna, calentito y durmiendo.
En fin, cada cual que haga lo que vea correcto pero desde aquí abogamos por esperar un poco más (que el niño o niña tenga 5 o 6 meses me vale) y también por que las imágenes sean lo más normalitas posible.