Para que un implante dental tenga éxito, la calidad del implante es tan importante como la del tejido óseo del maxilar o la mandíbula donde se integra. Al no tener una buena superficie de agarre, es muy difícil que el implante se mantenga en la boca del paciente por mucho tiempo. De hecho, los especialistas estiman que la zona de hueso que sustente a un implante debe tener como mínimo unos 10 mm de altura y unos 5 mm de espesor.
El problema es que muchas personas, por diversos motivos, no conservan el hueso en un estado óptimo y los implantólogos tienen que apelar a las diferentes técnicas de regeneración ósea que tienen a su alcance y que les permiten a este tipo de pacientes hacerse un implante dental exitoso.
¿Quiénes necesitan una regeneración ósea?
Los pacientes que han pasado muchos años edéntulos (sin dientes) suelen tener pérdidas de hueso significativas, y en estos casos, casi siempre es necesario uno de estos tratamientos de regeneración ósea antes de colocar el implante.
Por su parte, las personas de edad avanzada, con osteoporosis, enfermedad periodontal y/o que fuman tabaco, también suelen necesitar de estas técnicas antes de hacerse un implante dental.
Tipos de regeneración ósea
El equipo de especialistas en salud bucal de la Clínica Dental Dr. Maroto y Dra. Vellón, nos cuentan que existen diversas técnicas para lograr la correcta osteointegración de un implante, las cuales pueden dividirse en dos grandes tipos: membranas e injertos.
Injertos de hueso
Los injertos se tratan de pequeños trasplantes de hueso, y existen diferentes tipos de hueso con el que podemos regenerar:
- Autoinjerto (del propio paciente)
- Aloinjerto (procedente de cadáver humano)
- Xenoinjerto (bovino, porcino, equino)
- Sintético: de fosfato tricálcico o hidroxiapatita, y la opción para pacientes musulmanes y/o veganos.
Estos materiales pueden estar en bloques o particulados, normalmente usamos la forma particulada, y por lo general, siempre que sea posible, el tipo de hueso de preferencia suele ser el del propio paciente.
Sin embargo, todos ellos son biocompatibles, y no dan rechazo; y se elegirá uno u otro según la situación clínica específica de cada paciente.
Luego, cuando los tejidos de la boca han sanado por completo, el odontólogo retirará las coronas que había colocado de forma provisional y las sustituirá por otras que sí que están pensadas para durar muchos años en la boca del paciente.
Son muy utilizados en especial en los maxilares, donde se aplica la técnica conocida como elevación del seno maxilar; y permiten aumentar la anchura y altura del hueso del maxilar o la mandíbula donde se va a colocar el implante.
Gracias a los injertos de hueso se puede alcanzar el nivel de cantidad y calidad ósea necesaria para un implante; e incluso, en ocasiones, el incremento es muy pequeño y puede realizarse en el mismo momento de la cirugía implantológica.
Membranas para injertos
En muchos casos, la integración del injerto en el maxilar o la mandíbula no es automática, y los expertos tienen que recurrir al uso de membranas que sostengan el “mini-transplante” para que no se desplace hasta que se integre en el resto del hueso. Estas membranas pueden ser sintéticas o de moléculas biológicas, como el colágeno.
Proceso de regeneración
Este dependerá del caso particular de cada paciente. Por ejemplo, si el paciente presenta las condiciones ideales o suficientes, tanto óseas como de espacios para rehabilitar la prótesis futura, se procede de inmediato a la colocación del implante
En primer lugar, se aplica anestesia local en la zona a intervenir. Se ancla el implante al hueso, para lo cual primero debemos realizar una incisión sobre la encía y separar la misma. En el momento en el que separamos la encía y vemos el hueso, es ahí donde vamos a preparar el lecho del implante. Luego, con la ayuda de las fresas específicas (instrumentos similares a las brocas de un taladro, de diferentes grosores) seguiremos una secuencia adaptada a cada implante y a la calidad del hueso de cada paciente. Y finalmente, colocamos el implante y éste queda enterrado en el hueso, es decir, no se ve en la boca a menos que recurramos a una radiografía. Aquí, el tiempo de espera para poder comenzar a confeccionar la corona es de 3-4 meses.
Si por el contrario, la radiografía diagnóstica (TAC) arroja que el hueso está justo de anchura, es decir, no hay suficiente anchura de hueso como para que el implante quede totalmente rodeado por el mismo, se debe realizar una regeneración ósea antes de colocar el implante.
El hueso que colocamos debe quedar bien firme y sujeto sobre el propio hueso del paciente. Para ello, normalmente colocamos sobre éste una membrana, que puede ir fijada al hueso con unas chinchetas o suturada a la propia encía.
Estas membranas, de las cuales ya hablamos anteriormente, son también biocompatibles, estériles y de diferentes orígenes. Además, que pueden ser reabsorbibles o no; esto dependerá de cada caso.
En estos casos, el tiempo de espera para poder comenzar a hacer la corona sería aproximadamente de unos 6 meses.
Si según el TAC el paciente no presenta anchura de hueso suficiente, lo que hacemos es lo siguiente:
- Primero, realizamos una regeneración ósea de anchura, en la cual realizaremos el mismo procedimiento inicial explicado anteriormente.
- A continuación procedemos a la regeneración. Debemos crear un lecho vital con células óseas sanguíneas, para lo cual, lo avivamos rascándolo con un instrumento específico y seguidamente colocamos el hueso. Lo ideal es mezclar hueso autólogo y el xenoinjerto.
- De esta forma se irá formando el nuevo hueso y obtendremos el volumen suficiente para el implante en los próximos 8-9 meses.
- Igualmente, una vez tengamos la capa ósea colocada, debemos fijarla para que quede inmóvil. Para ello colocamos sobre el hueso una membrana y la fijamos (con sutura o con chinchetas).
- Y por último, confirmamos que quede todo bien cubierto por la encía para poder cerrar por completo con la sutura.
- Aquí debemos recordar esperar otros 3 a 4 meses adicionales tras la colocación del implante para poder comenzar a confeccionar la corona sobre implante.
Otro caso posible es cuando el paciente no presenta altura de hueso suficiente, en el cual debemos realizar una regeneración de altura, siempre y cuando se den las condiciones para poder hacerla. Para ello, es necesario que contemos con picos óseos que sirvan como límites sobre los cuales crear la nueva formación ósea.
El procedimiento es similar al de la regeneración de anchura, pero un poco más complejo, ya que no contaremos con paredes sobre las cuales se pueda soportar el injerto. En cambio, debemos utilizar injertos en bloque, los cuales deben quedar perfectamente adaptados al defecto de hueso del paciente con unos pequeños tornillos, o particulado, que debe quedar bien fijado con unas membranas no reabsorbibles con refuerzo de titanio, que posteriormente en la cirugía de implantes, se retira.
En este caso el tiempo de espera para la colocación de los implantes es el mismo que en la regeneración de anchura, es decir, en torno a 8-9 meses.
Para entonces, se retirará la membrana no reabsorbible y se creará el lecho del implante o los implantes para poder colocarlos.
Por último, en aquellos casos en los que no existan las condiciones necesarias para realizar una regeneración vertical, deberemos optar por un tratamiento de prótesis fija (puente sobre dientes naturales) o removible (de quitar y poner).