Es uno de los momentos más temidos de la convivencia. Ese día en el que ya no hay más vuelta de hoja y hay que pintar la casa. Las manchas, las travesuras de los más pequeños, los golpes, la contaminación, etc… han provocado que las paredes ya no sean las mismas y necesiten una mano de pintura. Al igual que pasa con nuestra piel, así que hay que ponerse a ello. Si no se mantiene la calma y se intenta hacer del pintar la casa una actividad familiar, hay muchas posibilidades de que todo acabe en caos. Así pues te vamos a dar una serie de consejos si has decidido a darle una mano de pintura a tu vida.